Columna de Sole Vargas

Episodio 4:
La mujer invisible NO vota por SU madre

Viña del Mar (Chile) …Desde hace varios días, semanas, meses y por qué no decirlo, un par de años, es que me he sentido como una mujer invisible, y haciendo un juego de palabras con aquellos héroes de nuestra inocente infancia es que me he bautizado como “La mujer invisible”; frase que cuando la pronuncio causa bastante risa en los que me oyen; y eso que lo he dicho seriamente, pues soy una mujer muy seria.

…Hace días, semanas, meses… que vengo reflexionando en lo que significa ser y sentirse invisible; lo he conversado con varias personas de mi entorno cercano: familiares, amigas y amigos, compañeras y colegas de trabajo, y compañeros de andanzas y aventuras por este, mi querido Chile.

Primero fue la Graciela, quien me dijo que una mujer de 35 años más o menos exitosa en el mundo profesional y académico representaba casi el 5% de la población chilena, es decir, aunque me duela, soy y formo parte de una elite. Pero es justamente esta elite la que me ha invisibilizado y NO sólo a mí, si NO que a muchas otras que como yo han intentado ser fieles a sí mismas e intentar ser consecuentes en un contexto social, económico y político que cada día, desde mi particular visión, se torna más (in)consecuente o inconsciente, digo yo.

Esto NO es nada nuevo en mi querido Chile, qué mujer más invisibilizada que nuestro primer Premio Nóbel, la humilde y austera Gabriela Mistral; sé que su poesía NO me ha cautivado, pero sus escritos sociales sobre educación y pedagogía son los que en un momento de mi formación profesional me cautivaron, y ahora a la distancia, que otorgan los años y el camino recorrido, y por qué no decirlo las huellas de las pérdidas y (des)encuentros, comprendo por qué nadie es poeta en su tierra.

Así me he sentido en el último tiempo como una poeta o anti-poeta, porque he recurrido a la poesía como una forma de sobrevivir al desencanto, desgarro y dolor profundo de sentirme extraña y extranjera en MI propia tierra, en mi querido Chile. Primero fue en mi hogar, sentía que NO calzaba con los modelos convencionales en una tradicional ciudad de provincia de cuyo nombre prefiero NO acordarme, y de hecho fui maltratada con palabras: me dijeron que era la responsable de los pánicos de mi compañero de aventuras y (des)venturas.

Luego, en mi querida Aula Máter, comprendí que los años NO pasan en vano, que las instituciones permanecen y las personas que circulamos por éstas, a veces, vamos cambiando para bien o para mal ¿no lo sé? Una vez más fui invisibilizada, pero más que eso, me sentí utilizada por aquellos (y subrayo la terminación masculina) que necesitaban de mis palabras para fortalecer sus (in)certezas provocadas por sus propios miedos y confrontaciones de poder.

Más adelante, me dediqué de lleno a leer, leer y leer la prensa de mi querido Chile, desde la más conservadora a la supuestamente más desenfadada y me di cuenta que vivimos en un país de contradicciones profundas. He constatado que por provenir de la antigua clase media chilena -señores míos, ¡las clases sociales aún existen! el cuento de los grupos A, B, C1, C2, C3… es un cuento del tío para que las diferencias no se noten- soy y me siento invisibilizada, al igual que muchos otros y otras que piensan como yo.

Seamos sinceros, mis queridos lectores, hoy la existencia de la clase media en este país es uno de los más grandes mitos de mi querido Chile… Por todo, lo anterior dejé la prensa escrita a un lado, esperando que algún día se transforme en historia… y recuperé el ejercicio cotidiano de mis antepasados; me conecté con la radio y ahí a Dios gracias -NO se asusten señores míos, pues soy creyente y de una religiosidad bastante esencial- me di cuenta que NO estaba sola que habían otras personas y comunicadores que estaban diciendo y haciendo visibles estas contradicciones entre el ser y el parecer… Y pude respirar de nuevo.


Ejemplos hay variados, pues de éstos ha estado cargada la agenda noticiosa de los últimos meses, pero NO se ha dicho TODO, porque NO siempre informarlo TODO es políticamente correcto: los desastres ambientales v/s los beneficios económicos y escasas sanciones para las empresas que los han provocado; los robos o estafas de cuello y corbata v/s la inseguridad ciudadana; los errores de infraestructura (segunda pista de aterrizaje del aeropuerto Pudahuel) v/s los interesantes proyectos inmobiliarios que están en carpeta (plan inmobiliario en el antiguo aeropuerto Cerrillos); sólo por mencionar algunos de los más relevantes.

… Con el paso de los días me fui sintiendo más extraña y extranjera en mi propia tierra, si hasta los vendedores ambulantes en la micro me preguntaron un día: “¿usted es gringa?” –será por mis ojos claros y rizos aclarados con agua oxigenada-. La misma pregunta me hizo la corredora de propiedades que me arrendó el departamento donde hoy escribo: ¿es usted extranjera? Y como los extranjeros que llevan menos de 5 años avecindados en mi querido Chile, NO tienen derecho a votar… He venido pensando en NO hacer uso de mi derecho ciudadano, por lo menos en la primera vuelta…

Razones hay varias, pero la más importante, y con esto quiero dejar en claro, mis queridos lectores, que NO tengo nada en contra de la que puede ser la primera mujer presidenta de Chile; si NO que siento y pienso que mi querido Chile necesita la alternancia en el poder. Pues ya estamos cayendo en las mañas, vicios y abusos del gustillo ese que deja en el paladar el estar en la toma de decisiones, o sea, cerca del power o en el power mismo durante tanto tiempo.

Soy una convencida y lo digo como la mujer (in)VISIBLE: NO necesitamos una madre que nos gobierne, pues en mi querido Chile, son nuestras queridas madres, y lo escribo, con todo el cariño y nostalgia que tengo por mi desaparecida madre. Pues, son éstas las que, muchas veces, transmiten los miedos, pánicos e (in)seguridades a sus pequeñuelos y perpetúan los discursos ambiguos y hasta esquizofrénicos. Esto último, señores míos, lo digo con conocimiento de causa pues he padecido y vivido la esquizofrenia desde muy cerca; por tener una madre ambigua y dos hermanos enfermos de afecto.

Otro dato más y con esto concluyo, en mi querido Chile las enfermedades mentales están a la orden del día, aunque las disfracemos con nombres políticamente correctos, por eso es que hace un par de meses el Ravotril estaba agotado en la mayoría de las farmacias de mi querida ciudad natal. Pienso que antes de tener una presidenta mujer, queridos lectores, estoy segura que debemos enfrentarnos a nuestros fantasmas y primero matar al padre, aquel que está en la sombra; aquel político tradicional y autoritario que está en el imaginario colectivo y en el anhelo de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de mi querido Chile…, y que como Darth Vader se encuentra en el lado oscuro de la fuerza. Como “La mujer invisible” que soy, afirmo que NO hay sólo un darth vader, si NO que muchos… Por esto y por mucho más… La mujer in_visible NO vota por SU madre.

Por M@ Soledad Vargas Carrillo, Periodista